El 18 de marzo de 1938, una noticia estremecedora conmovió al país entero; el gobierno mexicano decretaba la expropiación de las compañías petroleras extranjeras, que desde hacía más de veinte años lesionaban seriamente los intereses nacionales.
En un elocuente mensaje radiofónico, el presidente Lázaro Cárdenas, expuso al mundo los motivos de esta determinación.
Fuertes medidas represivas fueron el resultado de tan digna actitud, pero el pueblo de México se volcó en apoyo del gobierno. En impresionante manifestación de solidaridad, las colectas públicas recaudaron el dinero indispensable para indemnizar a las compañías afectadas, las que para 1943 habían ya aceptado las compensaciones.
La soberanía y la dignidad del país se enaltecieron al recobrar tan importante recurso natural.
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